Primavera, Viajando al pasado


Tras un invierno tan blanco como apenas recordábamos los de mi generación parece que la llegada de la primavera se recibe con especial placer, y más si se adorna de sol y buenas temperaturas como estos días pasados.
El mayor número de horas de insolación es algo que se nota rápidamente en la naturaleza y que además de "alterar la sangre", producía antiguamente en estas gentes tan fusionadas con su entorno toda una serie de cambios de vida que en la actualidad dentro de nuestras vorágines de trabajos, crisis y demás nos ocultan aquellas transformaciones esenciales que se producian antaño.
La noche del día 20, aprovechamos invitados por una amiga, a participar en la ancestral bienvenida de la primavera que se realiza en el encantador pueblo de Orante.
 Subir al atardecer con velas en las manos hasta llegar a la ermita de San Benito, ver como se pone el sol tras Oroel finalizando así el invierno. El rezo del rosario resonando repetitivo, y al final mientras suenan gaitas y dulzainas se enciende la grán hoguera purificadora. Todo ello regado con botas de vino y tortas.
 La noche, aún oscura y fría , se calienta al ritmo de la música con el crepitar  del fuego que nos ilumina.
La fiesta acaba de comenzar y el olor a sopas de ajo anticipa las primeras brasas para asar productos más consistentes.
Por esta vez tenemos que volver, nos ha acompañado hoy Mara, que con sus quince meses ya ha asistido a este rito ancestral.
Las luces,la música, el fuego...el trance nos afectará a todos.
Ya es primavera.

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